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Sobre este promontorio se sitúan los restos del Castillo de Aznalcóllar. Con origen en el Bronce Final-Orientalizante, alcanzó gran esplendor en épocas Romana e Islámica. De la existencia de esta fortaleza islámica, Hisn-al-Culiy´at (la fortaleza del castillejo), deriva el nombre actual de la población. A esa etapa pertenece el aljibe subterráneo, conocido popularmente como “la tinaja”, en el que se recogía y almacenaba el agua de lluvia. Desde este cerro se divisa hacia el sur el Aljarafe y la campiña, donde se sitúa el torreón islámico que formaría parte del sistema defensivo. Hacia el norte se domina el curso del río y la sierra. De los pocos vestigios visibles del castillo destacan los lienzos de muralla de la ladera norte, descubiertos en la excavación arqueológica realizada en 1995.

Tras ser declarada en ruinas la primitiva iglesia gótico mudéjar, se construyó un nuevo templo en el siglo XVIII sobre el solar que ocupaba un antiguo hospital.
En su exterior destaca un paramento con bicromía rojo ocre, típico de las edificaciones de la Escuela Sevillana de los Figueroa. El material principal es el ladrillo, en limpio en casi todo el exterior y enfoscado en el piñón de remate o enlucido de arcos y frisos.
El edificio presenta tres portadas, las laterales de carácter más sencillo, estando una de ellas cegada, y la portada principal a los pies. La principal presenta dos cuerpos. El inferior nos muestra un vano de medio punto enmarcado por gruesas molduras y ornamentado con columnas dóricas apoyadas en ménsulas ochavadas. El superior destaca por representar la imagen de la titular de la parroquia, la Virgen de la Consolación, en una hornacina enmarcada por dos columnas de diseño jónico clásico.
En cuanto a la torre campanario hay que destacar que la iglesia se concibió originariamente con dos torres, aunque al final sólo se construyó una. El cuerpo de campanas queda horadado por cuatro arcos peraltados, siendo el remate final un chapitel poligonal de caras rectas y de azulejos bicromos.
La planta de esta iglesia está formada por una gran nave central de cinco cuerpos conformando una planta de cruz latina. Posee ocho capillas laterales construidas entre contrafuertes interiores, además de las dos capillas del crucero.
Las cubiertas de la nave central son bóvedas de medio cañón, de aristas las de las capillas laterales y cúpula de media naranja en el crucero.
Debido al saqueo e incendio que sufrió la iglesia en 1936 quedan muy pocas obras rescatadas para nuestro patrimonio. Los elementos más antiguos del templo son el Púlpito de Hierro forjado procedente del antiguo templo gótico mudéjar y dos pilas de agua bendita de 1976.
El actual retablo del altar mayor es obra de José Montero Rodríguez y es de estilo neoclásico. El antiguo retablo se quemó en la guerra y estaba presidido por una imagen de Ntra. Señora de la Consolación con el niño en los brazos, del siglo XVIII.

La capilla del cementerio formaba parte de la antigua iglesia de Aznalcóllar de estilo mudéjar, construida posiblemente en el siglo XIV; más concretamente, los restos que se conservan en pie correspondían a la cabecera de la nave central donde se emplazaba el altar mayor. Esta antigua iglesia se derribó en 1782 respetando sólo la cabecera, con la pretensión de ampliarla, pero más tarde se cambió de idea y una nueva parroquia fue construida en la parte baja de la ciudad.
El edificio presenta una planta cuadrada cubierta por una cúpula octogonal sobre trompas, apreciándose en el testero de la cabecera la huella de un retablo de último estilo gótico.
El alzado de la capilla nos muestra unos muros de grueso ladrillo aunque en el interior han sido enfoscados cubriéndose con gruesas capas de cal. Los alicatados son modernos, pero siguen los criterios decorativos del estilo mudéjar, representando la típica lacería con motivos geométricos. Sobre la puerta principal se distingue perfectamente el arco toral apuntado que daba paso a la nave central, cerrado posteriormente para construir la puerta de la capilla.
En el muro de la derecha, se abre una puerta a media altura por donde se accede a la cubierta por una escalera de caracol con bóvedillas de aristas.
El exterior es de fábrica de ladrillo, compuesto por hiladas alternantes de ladrillos recortados a soga (presentados en su cara más ancha) y tizón (en su cara más estrecha); la unión se realiza con mortero-argamasa, trabado con emparrillados de madera, observándose en el exterior los huecos dejados por los mechinales, que son los agujeros de las paredes por ocuparse durante la construcción.
La fachada sur presenta dos ventanas saeteras enmarcadas en arcos de herradura ciegos.
Este edificio ha sido restaurado en distintas ocasiones, ya que se hallaron humedades producidas por la filtración del agua, múltiples grietas en la fachada principal y desprendimiento de la fábrica de ladrillo.

Situada en la plazoleta de su mismo nombre, fue consagrada al culto público en 1927.
Su estructura consta de una sola nave rectangular, construida en ladrillo y enfoscada, que en alzado nos muestra un cubrimiento en tres tramos.
A los pies bóveda de cañón, en el centro bóveda semiesférica que apoya sobre pechinas blanqueadas, y en la cabecera bóveda de arista.
El remate de la fachada se hace con una espadaña de diseño curvilíneo y bicromía blanco –ocre, presentando dos huecos para albergar las campanas.
En su interior se encuentran dos retablos, el retablo de la Cruz y el retablo de la Virgen del Rosario.
El Retablo de la cruz fue realizado en madera de cedro por D. Manuel Guzmán Bejarano en 1998. En cuyo centro se coloca la cruz, obra del escultor Rossi del año 1897.
El retablo de la Virgen del Rosario fue realizado en la década de los 60, en madera policromada y con hermosos dorados. En la calle central está la figura de la Virgen del Rosario, imagen cedida por un particular en 1937 siendo posteriormente restaurada por el imaginero Castillo Lastrucci. Está apoyada sobre peana de plata del siglo XIX de estilo neobarroco.

Está ubicada en la plaza del Alamillo, de ahí la Cruz del Alamillo o cruz de Abajo. Su construcción se llevó a cabo en la década de los 50. Aunque anteriormente existía otra capilla más pequeña ubicada en ese mismo sitio.
La capilla tiene planta rectangular y está cubierta por dos bóvedas de cañón, entre las que se incrusta una de media naranja. Al exterior muestra una portada con bicromía rojo ocre y con espadaña sobre ella. En el arco de medio punto de la entrada está escrita la expresión en latín “O Cruz Ave Spes Unica”, (O cruz Nuestra única esperanza) y sobre ella en una hornacina se coloca la cruz fundacional cuya peana soporte original se encuentra a la izquierda de la entrada de la capilla.
El retablo de Santa Elena fue inaugurado en el año 1957. Este se realizó en madera de pino de Flandes, consta en estructura de dos partes, una más antigua en la que incluso se conserva los restos de la primitiva mesa del altar, y otra posterior que consistió en la ampliación de este. Es de líneas barrocas con columnas estípites en la parte más alta.
La parte superior del altar está coronada por una pintura de la Asunción de la Virgen, realizada por D. Juan Manfredi, antiguo hermano mayor de la Hermandad.
La imagen de Santa Elena, del siglo XVIII, llegó a la población en 1820. Procedente de un convento Sevillano, fue traída desde Sanlúcar La Mayor.
La cruz que está en la capilla es de principio del siglo XX, siendo remodelada en 1973.
El altar es de madera y mampostería, representa un frontón romano con columnas de estilo corintio.

El torreón de la Dehesilla se ubica en la zona de la campiña próxima a los cortijos el Negro y Garci Bravo a unos 4km al sur de Aznalcóllar.
Como Torreón de la Dehesilla se conoce la torre que se sitúa sobre una elevación en el centro de la zona de la campiña, perfectamente visible desde el Castillo de Aznalcóllar, junto con el que forma parte de un extenso conjunto defensivo de época almohade (siglos XII-XIII d.C.) que se extiende hasta el Aljarafe.
La torre es hueca, de planta rectangular (10 x 6 m), y sus gruesos muros están realizados con cajones de tapial sobre cimentación de piedra. La altura conservada supera los siete metros y los arranques de una bóveda en su interior nos indican que tendría varias plantas.
La puerta de acceso, enmarcada con sillares, se sitúa en el lado norte y daría paso a un recinto amurallado de 30 x 50 m, hoy desaparecido.
El Torreón de la Dehesilla se asienta sobre un yacimiento de época romana, del que reutilizó los materiales constructivos que se ven integrados en su fábrica.

Ese molino perteneció al monasterio de Ntra. Sra. del Buen suceso, fundación del Conde Duque de Olivares, hoy desaparecido debido a la realización de la corta minera, conservándose de él unos antiguos baños y los restos de este molino.
El molino se ubica en la margen derecha del arroyo de los Frailes, perteneciendo esta zona al Paisaje Protegido Corredor Verde del Guadiamar.
El estado de sus restos nos permite hacernos una idea de sus características y su funcionamiento. Presenta planta rectangular y dos niveles superpuestos, en el nivel superior se encontraba la zona de molienda, donde aun se conservan algunas de las piedras de moler.
El nivel inferior corresponde a los canales de entrada de agua y a las dos bóvedas de cañón dispuestas en paralelo que conforman el espacio por donde transcurría el agua para mover el rodezno y así transmitir el movimiento a las piedras de molienda.
La última intervención llevada a cabo tuvo lugar en 2012, centrada en el análisis y consolidación de estos restos arqueológicos.
Por la documentación arqueológica e histórica se conoce que el molino fue abandonado a finales del siglo XVIII o principios del siglo XIX.

El monasterio de Ntra. Sra. del Buen Suceso o Retamar, actualmente desaparecido con la construcción de la corta minera de los Frailes, fue Fundado en 1634 por Don Gaspar de Guzmán, duque de Olivares.
Este yacimiento arqueológico, del siglo XVII, fue excavado mediante intervención arqueológica en la década de 1990, documentándose que contaba con varios espacios independientes: zona conventual, zona de huertas y molino, conservándose sólo esta última.

Este viaducto conocido también por los vecinos de Aznalcóllar como puente del convento fue construido por la Compañía Gaditana de Minas sobre el arroyo de los Frailes que bordea la zona levante de las minas, en dirección Norte-Sur.
Este puente es uno de los pocos que se conservan actualmente del total de puentes creados para el trazado del ferrocarril. La línea general discurría inicialmente entre la mina de la Caridad en Aznalcóllar y el muelle de los Gordales en San Juan de Aznalfarache, sobre la margen derecha del río Guadalquivir. Tenía una longitud de 33,610 km. y pasaba por las poblaciones de Camas, Valencina, Santiponce, Salteras, Olivarese y Sanlucar la Mayor trasnsportando los materiales de la explotación minera.
Se compone de tres arcos idénticos de medio punto. Cada arco de los que componen el puente salvo el central, se reforzó con cinco zunchos metálicos: uno en vertical, y los otro cuatro oblicuos, simétricos con el centro.

En la carretera de Aznalcóllar- Gerena, junto a las antiguas instalaciones de la mina, se pueden observar aún los restos del antiguo acueducto que llevaba agua hasta la ciudad de Itálica, construido en el siglo II d.c.
El acueducto recorre mas de 35 kilómetros, con tramos subterráneos y superficiales, desde las Fuentes de Tejada, en las inmediaciones de la aldea Tejada la Nueva, en Escacena del Campo, hasta la ciudad de Itálica en el municipio de Santiponce.
Para que el agua llegase a su destino era necesario mantener siempre una diferencia de cotas que permitiese al líquido desplazarse por gravedad y para ello fue necesario salvar múltiples obstáculos por un territorio de relieve irregular, con colinas, ríos y valles. A pesar de todas estas dificultades nos encontramos ante una obra de diseño impecable, debiendo atribuir a los romanos unos conocimientos muy avanzados en materia de topografía e hidráulica.
En cuanto a los materiales utilizados predomina el ladrillo revistiendo la construcción de hormigón macizado (opium cementicium) en los tramos superficiales.